Callecitas empedradas
plateros y siete culebras
cual misterioso herraje de tranvìa
va de calmo el atento al alma intranquila,
brillan sus ojos celestes
en el rojo tejar,
hemos sufrido lo labrado
al herirnos con el olvido,
pautar desòrdenes atemporales
e inclinarnos hacia la mesa del perdedor
y salir ilesos de la verdad.
jueves, 5 de noviembre de 2009
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