El espejo turquesa
refleja al rebaño blanco
en su sembrìo de rosas celestes;
rodeados de hombres àrbol
que intercambian la piel
enlazando los brazos.
Llevaba la nota en el bolsillo, escrita en un pedazo de papel rayado. Mientras caminaba, montaña arriba, el sol tierno de la mañana alumbraba los grandes copos de nubes detenidas en fila india, arriba suyo.
Sentada bajo un árbol cometa, alcanza al fin la vista deseada; tiene la laguna perfecta allà abajo, ahora saca la nota y empieza a leerla una y otra vez.
Escrito y publicado por Enrique Mosqueira.
miércoles, 10 de septiembre de 2008
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